“Y vi su luz en mi visión, viajando sin equipaje. Caridad, Providencia y Fe apuraron su encarne. Con la cruz no lo podrán detener. Mucho menos con el sucio terror de la adicción, educación, religión, confusión, computación, marginación”
Ricardo Iorio
Lo bueno de las elecciones es que son algo concreto. Todo hecho rompe el espejo de la especulación. Y destruye los análisis con su veneno letal: aunque el lenguaje se alimenta de generalizaciones, en la realidad no existe el 100 por ciento. Nadie es 100 por ciento progre y nadie es 100 por ciento reaccionario.
Esa ambigüedad constitutiva vuelve inefectivo el idealismo. Argentina, país profundamente práctico, rechaza las revoluciones.
El descalabro es tal que muchos dudamos. Por suerte cantó el gallo. Y el pueblo es más grande que la suma de nuestras incredulidades. La Casta tuvo miedo. Y ese temor fue la clave del triunfo.
¿Qué vas a hacer, Niño Jefe?
Aunque a veces se utilicen como sinónimos, Casta y Élite no son lo mismo. Una casta es oligárquica: un círculo cerrado donde el poder no fluye. Una élite es aristocrática: es el gobierno de los mejores.
Sergio Massa, siempre rodeado de adulones, él mismo un arribista, el domingo a la noche estuvo solo en el escenario. Ese vacío fue intencional. Porque lo que estaba haciendo era presentar al pueblo argentino un lienzo en blanco: contornos de una nueva aristocracia que deberá colorearse si se quiere conducir los destinos de la Nación.
Tras las PASO el oficialismo corría el riesgo de parecerse a la Unión Democrática. Pero tras las generales, ese error lo comete La Libertad Avanza. Gran parte del atractivo de Javier Milei desparece si su espacio pasa a ser un rejunte de gorilas que se odian entre sí y sólo los abroquela el espanto.
Como toda vanguardia iluminada, Milei y sus liberales de Mont Pelerin, sin desearlo, toman un desvío que los asemeja a su peor enemigo: la revolución imaginaria de aquel tardío Unidos y Organizados. El discurso libertario del domingo a la noche lo revela. Su enojo es un espejo invertido que denuncia al orden establecido porque va demasiado lento para sus ansias de revolucionarlo todo.
Negar la realidad lleva a rechazar lo que hay dentro de ella. Milei pretende que la mera suma de nombres propios lo legitime como opción electoral. Como si fuera una parodia del Instituto Patria, el núcleo de La Libertad Avanza se abroquela en su solipsismo transformista y reinaugura la Grieta para abrir una nueva configuración.
Padecen de pasión antes de arrepentirse de su error
¿Qué hacés cuándo un ser querido te cagó? Primero lo puteás. Incluso puede haber piñas. Pero si aparecen las disculpas, llega la palmada comprensiva en la espalda.
Ese método terapéutico, que es efectivo en las relaciones interpersonales, se comprueba válido también en lo político. Porque si uno mira el mapa de Uganda se advierte una rotación de 180 grados. Respecto a las primarias, el justicialismo recuperó prácticamente todos los barrios.
Se trata de un saber adquirido por el pueblo, que aprendió a utilizar el engendro de las PASO mejor que los dirigentes. En cualquier otro escenario que no fuera saberse al borde de un abismo, no había materiales para unir a una militante de Patria Grande con un oyente de Baby Etchecopar. Ahora sí.
Cada cual podrá enarbolar las razones que, cree, justifican su voto. La política entiende de individualidades, pero no se compone de sumatorias simples. La voluntad del pueblo no es un promedio de todas las opiniones circulantes.
Milei, tal y cómo lo declaró, vino a hacer una revolución. No se la podía enfrentar con otra revolución, sino con lo contrario.
¿Y qué fue la inclinación contrarrevolucionaria del domingo? Volver a dibujar los límites concretos de la política argentina entre lo nacional y lo antinacional. Entendido como lo propio conocido frente a la radicalidad del cambiar todo hasta la raíz misma. El abrazo Perón-Balbín como fuente creadora del modelo argentino para el Proyecto Nacional.
De lo que se trata, en definitiva, es de recuperar un sistema político basado en las costumbres nacionales, con desacuerdos sustanciales, pero autóctonos. La demanda del extremo centro, que, en su extravío, la clase política otorgaba en bandeja a los libertarios.
Ese fue el acierto de las últimas semanas de Unión por la Patria, y es la base del apoyo popular que todavía tiene La Libertad Avanza: la demanda de volver las cosas a su cauce natural. No se pide por una Revolución, si no que se anhela una Devolución.
Olvidar que la gente los eligió por eso, y no por sus ideas locas, fue el motivo del estancamiento libertario. Se vieron, los vimos, ganadores. Pero en la última semana se pasaron de rosca. Y mostraron, no sólo su fanatismo si no su inexperiencia de mando y conducción: pase lo que pase en noviembre, Benegas Lynch (h) en el cierre de campaña es una de las insensateces más grandes de la historia política argentina.
Ni en el más lisérgico Patio de Las Palmeras a alguien se le hubiera ocurrido convocar a Laclau a hablar sobre pluralismo agonísitco. El pecado de sobreintelectualizado entonces llegaba a las citas. Ahora se fue más allá.
Poner a hablar a un intelectual eunuco y otros traspiés, si se piensa en frío, guardan su sentido. Porque cualquier Revolución necesita negar lo existente para poder transformarlo. Y cree que la Idea es superior a la Realidad.
Pero el momento electoral es eminentemente práctico. Por eso es el tiempo de los técnicos del poder. Un militante de Empalme nos vaticinó dos semanas antes de las generales que Massa saldría primero y Milei se bajaría. En ese clima de desasosiego y derrotismo, la mueca de sorna compasiva se nos dibujaba en la cara.
¿Y qué veía ese compañero? Que había más materiales, más organización, más actividades, más respuesta de la gente. Es decir, que el aparato se ponía en movimiento. Y lo veía porque estaba ahí. Ese es el mejor termómetro.
Ese olfato desde abajo y desde adentro indica un rasgo de la historia. La Argentina de la crisis de la crisis no está para arrasar con el Antiguo Régimen, sino para mejorarlo y dejar en pie lo que es irreductible.
Como en el cuento de los tres chanchitos, el lobo puede tirar abajo las construcciones hechas a los apurones, las paredes levantadas por la impericia, los monoambientes justificados por la vagancia. Pero cuando sopla sobre la casa de ladrillos, donde todos corremos a refugiarnos, no hay nada que pueda hacer.
Muere mounstro muere
En adelante, y pase lo que pase en el balotaje, el peronismo anuncia, al menos, tres ejes. Por un lado, Massa. Por otro, Axel Kiciloff, quien reconfirmó Buenos Aires y posiblemente irá por el control del Partido Justicialista bonaerense. Finalmente, un tercer peronismo de provincias, disminuido en un país ambacéntrico, con la figura potencial de Martín Llaryora para cumplir todo lo que el cordobesismo nunca pudo.
La convocatoria a la Unidad Nacional pretende expresar un nuevo sentido. Que no resuelve nada, sino que apenas anuncia vías de resolución. En un escenario a la brasileña, Massa activó el modo Lula y propone una vuelta sobre lo tradicional frente a la tierra incógnita a la que conduce la Revolución de Milei.
El principal problema es no quedar encerrado en su conurbanidad. Si hay Unidad, solo es con Proyecto Nacional. Hasta noviembre le queda todo un país por recuperar.
Porque la elección no se gana hasta que termina el recuento definitivo. Y los libertarios no están perdidos.
La pintura violeta se intensifica en las provincias de la periferia, donde ronda un nada despreciable 35 por ciento. Algo que va a quedar en lo político y se consolidará a nivel social, con las sedimentaciones del caso. La Libertad Avanza será una fuerza con capacidad de incidencia política. Sólo que ya no como partido revolucionario, si no como parte del sistema político.
La Revolución fracasó, al menos, en su primer golpe. Pero lleva en su vientre un factor de poder. En este caso, se rubrica en un apellido: Macri.
La tarde de golf del domingo sintetiza literariamente una convicción: su proyecto político y social va más allá de Juntos por el Cambio, al que voluntariamente hizo estallar. Y la vigencia de su intención política puede asegurarse con casi medio centenar de legisladores y quitándose de encima lo que reconoce como razón de su anterior fracaso. Milei le posibilita a Macri un camino sin radicales para llevar a cabo, ahora sí, su proyecto.
En la Argentina que viene algunos jugadores cambiarán de camiseta, pero también van a cambiar las camisetas. Y será necesario tomar nota de lo que se hizo para llegar acá.
No sirve negarlo: muchos se van a otros países buscando un gurú o un algo. Y otros acá la quedan, porque no hay otra. En estos años, la máquina de picar carne parece ensañada con sus hijos argentinos. En definitiva, lo que todos quieren es atravesar el trago amargo de este mal momento. Ninguno suicida su fe. Esos son los que eligen quién gobierna.
Digámoslo de otro modo. Con el salario en dólares más bajo desde 1989 y el sector privado corrido casi por completo del crédito. Con la inmensidad de los 21 billones de pesos en Leliqs y la economía real desmonetizada. Con un modelo inflacionario orientado al pago de intereses de los bancos que financian el déficit y de los acreedores que financian los subsidios cambiarios.
El problema del peronismo no es de narrativas: es de su doctrina de acción práctica. Tanto que el desorden dota de sensatez hasta la más extrema propuesta de resignación monetaria.
Son obviedades que ya no sirve justificar hacia el futuro. Por eso, si no hay nada mejor que un susto para sacarse la borrachera, una vez que se está sobrio hay que evaluar las decisiones tomadas. Sin justificar lo injustificable ni buscarle la quinta pata al gato.
Pero no es este el momento y el lugar para las cuentas pendientes. Sí nos interesa repetir que la vigencia fantasmal de la amenaza revolucionaria es una consecuencia de lo hecho hasta ahora.
Sin advertir (y revertir) los desquicios con más de 10 años es imposible no caer de nuevo en la tentación. Y suponemos que por ahí pasará el proceso de revisiones que será necesario para darle sustento a esta Reacción.
La contrarrevolución que se impuso el domingo es la que pretende la simpleza de un buen descanso, un plato de sopa, y el abrazo fraternal de un amigo leal. Eso es el pueblo argentino en su esencia. Sea.
¡Hombre de mil nombres nace ya, nace ya!
Justo que te vas
Hace 24 horas se nos fue uno de los más grandes artistas nacionales. La tristeza azuza nuestro perro interno que no sabe morder.
No hay una estrofa que le pueda gritar al mundo lo que Ricardo Iorio le deja a esta tierra bendita, pero sí queremos despedirlo con salvas de honor.
Lloremos de pie, que ha muerto un criollo. Descanse en paz. Hasta la próxima vuelta.